Yo era el dios que inspiraba las profecías de las sibilas. A la sibila
de Cumas le prometí0 concederle un gran deseo. La sibila cogió un
puñado de arena en su mano y pidió vivir tantos años como
partículas de tierra había cogido; pero se le olvidó pedir la
eterna juventud, así es que con los años empezó a consumirse tanto
que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron del templo mío en Cumas. Vivió 9 vidas humanas de 110 años cada una.
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